Ralph Bakshi es uno de los
principales directores en el cine de animación, pues su estilo ilustrativo y
temático ha dado paso a nuevas expresiones artísticas en el cine. Comenzó como
un independiente, cuyas obras fueron piezas importantes en el género de la
animación para adultos. No sólo dirigió, sino que fue guionistas de algunas de
sus más emblemáticas y clásicas películas.
Aquí califico sus tres primeras producciones
como la “Trilogía Urbana”, dado por el sentido en que va dirigido el aglomerado
de temas, ilustradas hermosamente en sus películas, y cabe destacar que
escritas por el mismo maestro.
Todo comienza con su obra Fritz the Cat (1972), originalmente
siendo una historieta de Robert Crumb, Bakshi la adaptó a su estilo personal. Excelente
animación fabulesca y satírica, contextualizada en los años 60s en la ciudad de
New York. Con un gran contenido sociopolítico, y de movimientos recién
explorados y manifestados como el amor libre y las relaciones entre las razas.
Se enfoca en como la vida juvenil universitaria es llevada por los movimientos
Hippy de la época, en consecuencia la sátira se direcciona a como las
condiciones de la derecha política manifiestan la guerra, en contraposición a
la paz; de una sociedad persuasiva y susceptible a los cambios culturales que
quieren un cambio hacia las libertades, pero que sin embargo llevan a una
contradicción en la moral establecida.
La segunda película de
Bakshi, Heavy Traffic (1973), fue
realizado con un presupuesto un poco mayor que su antecesora. Su innovación se
vio en introducir la acción en vivo, esto causó que el cuerpo en su totalidad tuviera
un tinte surrealista con su joven protagonista como centro del drama. La
primera obra en ser escrita en totalidad y dirigida por Bakshi, a diferencia de
su anterior que a pesar de también ser el guionista, fue una adaptación. Al
igual que Fritz the Cat (1972), ésta
película recibió una buena crítica y una clasificación X. Su historia va de la
mano con la crueldad en las calles, la noche y la ciudad de New York como
resplandor de los seres más oscuros y pintorescos. La violencia, el maltrato,
la disfuncionalidad, la prostitución, las mafias, el dinero y la decadencia,
son tan sólo por mencionar algunos temas expuestos en ella. Sin embargo, su
argumento tiende a ser positivista en ese surrealismo. Una de las mejores obras
del director que sin duda alguna lo llevó al éxito.
Por último y no menos
importante, la obra Coonskin (1975) siguió
el legado de su antecesora con la acción en vivo y la animación como hilos
conductores. También fue persistente en destacar el crimen y la mafia de un
grupo afrodescendiente antropomorfo, que le dio cierto problema por contener “discriminación
racial”. A causa de esto, la película tuvo una crítica mixta (su primera). Sin
embargo, varios críticos la consideran también una de sus obras maestras. Y es
que Bakshi no es un juzgador de la sociedad, sino que le da pinceladas
grotescas y caricaturescas a la realidad de la ciudad y los rincones más
oscuros que posee. Coonskin explota
los temas de la discriminación como espejo de la sociedad, de una política que
va en cambios casi apresurados pero que son detenidos por los males de la
humanidad; la corrupción, la mafia en su expresión más callejera y racial se ve
como un documental animado del director.
Bakshi es un genio de la
animación, que siempre enfrentó la crudeza de las calles, principalmente en
estas primeras películas las cuales denominé su “Trilogía Urbana”. Decir que
perdió su naturaleza y filosofía con el tiempo sería una mentira cruel, pues
aunque en 1977 comenzó su producción a obras mitológicas y fantásticas de
odisea, nunca dejó a un lado su dura expresión humana. La influencia de la
Trilogía urbana siguió, dando pasos hasta en su famosa adaptación de El Señor de los Anillos (1978). Luego de
ello, mantuvo su dirección en obras también callejeras, pero que nunca
superaron los tres primeros clásicos que marcaron su carrera. Sin menos preciar
su más reciente filmografía, Bakshi es un maestro en retratar las realidades
desde sus emociones más simples y profundas sin adornos románticos.
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