El Himno a Bolívar, música
compuesta por Teresa Carreño entre los años 1883 o 1885. Es una obra para
interpretación de un tenor solista, coro mixto y orquesta. Inspirada y plasmada
sobre el texto del poeta y prosista Don Felipe Tejera.
La pieza se estrenó bajo el
manto de una noche de 1885, un 29 de octubre en el Teatro “Guzmán Blanco” (hoy en
día Teatro Municipal de Caracas). Era un contexto importante para Venezuela,
cuyo mandato del presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Joaquin Crespo,
fue participe en construcciones férreas. Un antecedente patriótico, fue la
oficialización del Canto, Gloria al Bravo Pueblo, como Himno Nacional de
Venezuela. Además del curso legal del Bolívar como Moneda.
Para la pianista, el año
1885 significaba una gran fecha, pues dio a luz su último hijo, Giovanni
Tagliapietra. Esto influyó en su estilo de vida, alterando las giras y
conciertos por los Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, esto no le
impidió dirigir su propia obra. Además, el concierto brilló con sus dotes
artísticos por tocar y dirigir a su vez el Concierto en Mi Menor de Chopin,
acompañada de otras piezas, entre ellas “Un Saludo a Caracas”.
¿Qué significa un
Himno?, es una composición poética o musical, generalmente religiosa, escrita
para tener un propósito, dirigida a deidades o a figuras para la alabanza;
también para eventos memorables, de victoria o de júbilo. Los himnos provienen
principalmente de las culturas egipcias y griegas, escritas en razón a la
tradición poética de éstas.
Pero para ese momento de
pasión, la compositora se dedicó a Bolívar, bajo las letras del poeta, Teresa revivió
las hazañas, los momentos, la omnipresencia del Libertador. “El hombre de las
dificultades”, rompía los moldes con esos cantos entrecruzados con las
dimensiones del tiempo. La música, ese hilo conductor duradero e inmortal, no
confundía la historia con el presente. El Himno a Bolívar coloca nuestros pies
reposando en la tierra caliente de grandes batallas y victorias.
Es un canto del Pueblo Heroico,
que reivindica a un hombre con un “espíritu tan inmenso” que luchó por las
naciones, así se percibe en las notas orquestales y de coral. Con el dominante
solitario que es guía de un mensaje, un llamado directo a las características
de Bolívar. “Su nombre Olímpico”, resplandece y sigue retumbando en los “cantos
de gloria”.
En palabras del compositor
venezolano, Rhazes Hernández López: “es un himno de vigoroso ímpetu, un himno de fuerza
anímica e inspiración masculinas. Allí la autora se escapa del común estilo,
del tipo de pieza cuya metrificación silábica generalmente puede conducir al
compositor de corto vuelo hacia el nivel menor; más, nuestra artista creadora
deja a la posteridad una partitura plena de belleza y dignidad. Su música da al
texto su valimiento de verso y poesía que en sí guarda, texto de heroico canto
que se emparenta a lo épico por la elocuencia de las imágenes y el altivo verbo
del aeda. No es pues un himno más”.
López alababa la ejecución
de Carreño, la fuerza de su dominio musical para plasmar los sonidos. Pero no
era el único, también el escritor, periodista y crítico musical cubano, Alejo
Carpentier, dedicó palabras a esta gran mujer del piano, dándole un
protagonismo tan noble y perteneciente a un libertador.
“En
días de mi infancia, Teresa Carreño visitó La Habana. Todavía
recuerdo su noble perfil, su empaque majestuoso, su elegancia de gran estilo,
estampados en las fotografías exhibidas para anunciar sus recitales. Los
entendidos hablaban de ella con veneración, —como se hablaba entonces de un
Paderewski, de un Sauer, o antes, de un Lechetizkv. La presencia de
Teresa Carreño era un acontecimiento memorable y poco faltaba para
que, a usanza antigua, se le entregaran las llaves de la ciudad”.
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