martes, 17 de abril de 2018

Memoria de una Entrevista- Una historia de vida compartida en la feria de libros de Capitolio: Oscar Herrera





De la esquina Padre Sierra a la esquina de Las Monjas, en Capitolio, Caracas, existe un camino que es lugar de los vendedores y compradores de oro y dólares; también es el recorrido de personas que van de un lado a otro para realizar sus diferentes actividades. Pero en medio de esa calle, como una montaña mágica que nos ilumina los ojos, yacía una gran hilera de estantes cargados de libros nuevos y viejos; el sonido de las páginas y el susurro de los lectores atraían a más  consumidores de libros, ¡una infinita mayoría!
   
Se trataba de una Feria de Libros. Algunos en promoción, otros un poco caros pero accesibles, y otros con remate de 3 libros por  50 mil bs o más. En fin, la gente se acercaba y no dudaba en preguntar a los vendedores, o simplemente curioseaban hojeando esos mundos impresos. El Sol estaba en su mejor esplendor, iluminando las caras de los libros y los rostros humanos que, por desconocimiento o humildad de éstos últimos, eludían ser leídos a pesar de poseer mil y un cuentos en la experiencia de sus vidas.
   
Uno de esos puestos aglomeraba cantidad de libros cargados de historias e ideas profundas; dentro de la montaña de hojas estaban dos personas que atendían y organizaban los estantes, éstos rondaban los sesenta años de edad. Y por un momento me detuve (y aquí me coleo para cambiar la narración a primera persona con unas breves palabras), pues vislumbraba que yo les había realizado una entrevista el 10 de febrero del año pasado. Pasó por mi mente ese momento, y fue como releer un relato que nació sin ser escrito al instante.
   
A continuación la entrevista (que pudo ser realizada ahora y, tal vez, mantener esa misma esencia):
   
En una silla se encontraba sentada una de esas personas. Era un señor de estatura mediana y con una cabellera gris al igual que sus bigotes. En su mirada había  seguridad, visualizando en medio de la marejada de personas algo que se estaba cumpliendo, como si la vida le estuviera hablando en cada segundo. A su lado una señora que no perdía la jovialidad de la juventud, a pesar de tener más edad de la que aparentaba.
   
Quienes estaban en ese puesto era el señor Oscar Herrera y la señora Daymilia Romero, ofreciendo un trabajo que era más que un simple oficio. El entrevistado se acercó a ellos, y el señor Herrera se dispuso a dar unas palabras en medio de su labor, pues no tenía problema en atender a todas las personas a la vez; podía recibir una oleada de personas si ésta llegaba, como si fuese un árbol en la lluvia, teniendo el sentido humano de valorar todo lo que llegara a sus manos.
    
Pero el tiempo era vital, aunque no era de oro para apresurarse. La brisa y las canciones populares se escuchaban  armonizando el sitio, más las voces de las personas que siempre vociferaban un título o algo referente a los libros. Quién pensaría que ese pequeño espacio de Caracas habría una luz latiendo, dando esperanzas de una Venezuela culta y con ganas de serlo.
   
 Al dar el gusto de ofrecer unas palabras, el señor Herrera invitó a su compañera a que se acercara, ésta aceptó y se sentó como si fuese un entrevistado más. Mientras que las personas rodeaban el puesto de venta de libros, uno que otro interesado tocaba los libros y los hojeaba, algunos preguntaban el precio y si había el título que ellos estaban buscando, y así transcurrió el tiempo en cuanto las palabras daban vida.

Una Familia llena de amor y cultura, esa fue la descripción del señor Oscar Herrera que le dio a esa etapa infantil que vivió. “Nací y crecí en Caracas, en medio de una familia con un arraigo cultural y amoroso en su corazón, me inculcaron parte de lo que soy actualmente”, afirmó como si lo estuviera viviendo cuando aún era un niño con ganas de leer y escribir en la vida. Sus padres, Oscar Herrera padre y su madre María Antonieta Herrera, los cuales no tenían un oficio profesional, sembraron una luz en la vida de su hijo.

Los libros fueron sus maestros, durante su juventud gracias a los valores que fueron inculcados por su familia, le motivaron a estudiar y de allí descubrió un mundo y un pensamiento que no cesaría. “Cuando estudiaba letras en la UCV, existía una librería en Caracas, los Vientos del Este, allí vendían muchas ediciones, y yo la frecuentaba. Los libros siempre fueron esenciales en mi vida”.

Comenzando un oficio sin fin, para el señor Herrera su formación fue parte de su oficio, él aprendió gracias al recorrido de los libros en su vida. Mencionó que “la venta de libros comenzó en varias etapas, pero realmente fue a partir del año 1980. Ha habido interrupciones, pero con ésta propuesta de divulgación del libro y la lectura, ya van 6 años con la fundación de  Red de Comunicación Fabricio Ojeda”, explicó con mucho orgullo y viendo a su compañera de trabajo mientras atendía a los clientes.

Una vida aparte del oficio, como seres humanos con gustos, la pareja Herrera siempre se ha involucrado en sus sueños, sus objetivos de vida. Tienen dos hijos, y los dos profesionales; además tienen cinco nietos que son parte del fruto de un amor. Pero ellos viven  como esos jóvenes que no se cansan de la vida. “Nos gusta disfrutar de la vida, de la naturaleza. En general toda la cultura, las artes, la música, la danza, el teatro, el cine. Compartimos todas esas actividades que construyen un ser humano” dijo apasionado, mientras su esposa lo afirmaba complementando algunas de sus palabras.

Las vidas se cruzan y dejan un mensaje, el señor Oscar Herrera mencionó que en su oficio se ha visto con varias personas humildes, pero que tienen un compromiso con su enriquecimiento humano. “Recientemente llegó un muchacho, estudiante universitario que al mismo tiempo trabajaba en una carnicería; me decía que no tenía suficiente para comprar los libros, me expresó: ¿serviría que te trajera un poco de carne para pagarte esos libros? Eso es un ejemplo de lo que ocurre por el interés de adquirir libros. Dejo de comer algo pero ése libro me lo llevo”, relató con mucho ánimo.

La filosofía de una persona es lo que define su vida, y Herrera mencionó que su labor le ha ayudado a forjarse y dar un mensaje a todos aquellos a quienes conoce. “Le digo a la gente que disfrute todo lo que viva. Siempre soy respetuoso de las ideas y de las diferentes visiones.  El libro, que es parte de lo que predico, permite que se profundice la democracia, y ésta permite la libertad de las personas”, así mismo dijo que en su deber, todo libro tiene como objetivo dar conciencia al humano, pues es un acto de voluntad de otras generaciones y de las actuales.


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